Con una extraña insistencia, mis padres, me recuerdan que me queda esta semana para renovar mi registro de conducir sin tener que dar el exámen nuevamente. Con los procedimientos perfectamente estudiados mi padre, al teléfono, enumera: “…entonces, te sacas la foto, en el local que está al lado de la municipalidad, vas al mostrador, presentás tu viejo registro, las fotos, documento, te sale $65 y te dan la misma categoría que tenías antes… ¿tenés carga hasta 3500 kg, no?”
Sí papá, porque mis sueños de fletera no han caducado.
Continua. “Sacalo sin anteojos, vos ni bien entrás al consultorio del oftalmólogo, mirá la pizarra con los dos ojos, y memorizala. Si te sale mal y después no ves la letras y tampoco las recordás, bueno… le decis que te olvidaste de ponerte los anteojos y si no te queda otra te los ponés. Decile… decile que usas los anteojos para leer y que no sabías que veías tan poco de lejos, o andá y comprate unos lentes de contacto descartables”.
Papá, papito… no creo que vea la pizarra ni con los dos ojos. Tal vez ya sea hora de la leyenda *con anteojos* en mi registro. Pero si fuera alguna vez a casarme y existiera la leyenda *virgen* en la libreta de matrimonio haría lo imposible por obtenerla.
Sí papá, porque mis sueños de fletera no han caducado.
Continua. “Sacalo sin anteojos, vos ni bien entrás al consultorio del oftalmólogo, mirá la pizarra con los dos ojos, y memorizala. Si te sale mal y después no ves la letras y tampoco las recordás, bueno… le decis que te olvidaste de ponerte los anteojos y si no te queda otra te los ponés. Decile… decile que usas los anteojos para leer y que no sabías que veías tan poco de lejos, o andá y comprate unos lentes de contacto descartables”.
Papá, papito… no creo que vea la pizarra ni con los dos ojos. Tal vez ya sea hora de la leyenda *con anteojos* en mi registro. Pero si fuera alguna vez a casarme y existiera la leyenda *virgen* en la libreta de matrimonio haría lo imposible por obtenerla.